martes, 10 de enero de 2017

Domingos familiares (II)

No era tan fácil para ninguno de los dos , asumir lo que había pasado. Les ayudaba ,sin embargo, la magnitud de la realidad del hecho,

Para él ,era tranquilizador el observar que ella se comportaba en el grupo como si nada hubiese sucedido y en el almuerzo del domingo, rieron como siempre y él se sintió un poco incómodo, pero complacido, cuando notó que ella mostraba una disimulada dificultad para caminar .

Seni, por su parte, asumió su realidad con valentía. Esa tarde se sentía terriblemente abierta , separada en su intimidad, percibiendo su cavidad en forma permanente. Se sentía mujer y hembra , mujer pecadora y hembra feliz y plena .

Ella tenia claro que había luchado , pero que había luchado poco y que al final se había entregado plenamente

No hablaron en los días siguientes, pero ella deseaba hacerlo porque era su intención asumir plenamente su relación. No quería que lo vivido quedara como un accidente que hubiese que sepultar en la mas profundo de la mente.

Fue la noche del viernes siguiente que Seni lo llamó por teléfono y tuvieron una conversación de hermanos, distendida , alegre y chispeante , como siempre , pero ninguno de los dos quiso hablar de lo sucedido . Solamente al final, ella le pidió que pasara el domingo por su oficina, pues quería que le ayudara con un problema de computación y a esa hora podrían trabajar tranquilos y luego irse juntos al tradicional almuerzo familiar de los domingos .

Ese domingo llovía copiosamente, de modo que cuando él entró en la oficina de Seni, no le llamó la atención que ella aún permaneciera sumida en su amplio abrigo negro . Al mirarla le invadió el recuerdo de los sucedido y se sintió encendido. Ahora veía a Seni de manera diferente y asumía plenamente su pasión por ella . Se acercó con seguridad y la besó en la boca, Ella respondió al beso como si lo hubiese estado esperando y el deseo se apodero de ellos de inmediato.

Luego que sus lenguas se reconocieron , Seni se alejó unos pasos para que el pudiera verla completa y se quitó el abrigo. Estaba completamente desnuda. Él se quedó clavado en suelo ,como en la tarde de su infancia, porque la veía en todo su esplendor y ella quería ser vista de ese modo. Él se desnudó con rapidez, mientras ella arreglaba coquetamente su largo cabello y al instante estaban el uno frente al otro mirándose arrobados.

Él la miró con calma y le encontró perturbadoramente bella . Se le aparecía como el fruto más hermoso y el más prohibido y en esa unión de cualidades se sentía cerca de lo completo. Cada pedazo de su piel , cada parte de su relieve le parecía un desafío y quería vencerlos todos.

Ella lo miraba embelesada, porque era el primer hombre que veía desnudo, pues la semana anterior no lo había visto, sino únicamente lo había sentido y se dio cuenta que era ese el cuerpo que mas había deseado en su sueños de mujer ardiente y secreta.

Fijó sus ojos en el miembro que la apuntaba agitándose levemente en el aire y se estremeció al recordar como la había desgarrado y ese recuerdo la estaba haciendo latir en forma rítmica y profunda. Se inclinó , y lo tomó entre sus manos apreciando con cuidadosa pasión sus dimensiones terroríficas y luego se arrodilló para besarlo y acariciarlo entre su pechos. Se abrazó a las piernas del hombre para acariciarse el rostro con esa masa de carne endurecida y quemante apretándolo entre su barbilla. En seguida se puso de pie, separó las piernas y se lo puso en la entrada de su sexo quemante y líquido.

Estaba ofrecida.

Para él no fue problema tomarla por las nalgas y penetrarla lentamente hasta tocar su fondo, manteniéndola adosada a él mientras ella lo abrazaba con sus piernas. La extendió sobre la mesa y comenzó a destruirla.

Entró y salió de ella con violencia, porque quería marcarla como suya y la hizo gritar y le complació oír sus gritos en el silencio del recinto , sus quejidos roncos en cada embestida .

Ella se sentía complacida de oírse gritar porque no solamente quería ser penetrada, sino que deseaba que él le dejara huellas en el cuerpo y en la mente porque de algún modo quería que solamente ella supiera a quién pertenecía , porque exteriormente seguiría siendo la difícil mujer inalcanzable que todos conocían...

Como obedeciendo a esos deseos no expresados en palabras él la llevó contra la pared y buscando todos los ángulos posibles la penetró hasta sentir dolor y le mordió los pechos hasta que las marcas se hicieron evidentes y rodaron luego hasta el suelo y allí sobre la alfombra los demonios los llenaron de orgasmos prolongados ,rotundos, y dolorosos.

Cuando cesaron las palpitaciones y los besos se pusieron de pie y al contemplarse se vieron los rostros casi deformados por el placer brutal , los labios separados y abiertos de la mujer y los líquidos manando de su fuente. Entonces comenzaron a incitarse, como para exprimir lo que quedaba en la copa de la lujuria y adoptaron posiciones casi grotescas y se dijeron palabras vulgares que ninguno de los dos jamás había pronunciado .

Eso encendió particularmente a Seni, porque ella era la más cuidadosa en el lenguaje diario . Pero ahora quería sentirse, no solamente penetrada y poseída, sino también profanada . Quería explorar este otro mundo sin que le quedara ningún rincón por conocer y estar en el con su hombre, su amante , su macho y su dueño y quería ser para el su instrumento servil, para que saciara todos sus apetitos y así se los estaba diciendo ahora con esos latidos con que su tubo quemante mordía el mudo grosor con que él la estaba destruyendo y sumiéndola casi en el inconsciente del placer.

Habían estado mas de una hora en ese paraíso y cuando se hizo plenamente consciente, ella le pidió que se adelantara y que en el almuerzo se encontrarían .

Seni llegó cuando estaban terminando de tomar el aperitivo Entró gloriosa en la sala y se despojó del abrigo negro . El se estremeció, pero nadie pudo notar ni un detalle de la turbación de ambos al mirarse , porque la violencia de su sexo era el gran secreto de los dos .

Para ella, en ese momento, era un liquido secreto que seguía manando de su fuente , empapando las pequeñas bragas blancas, dibujando pequeños ríos bajo su liguero y entrando silenciosamente en sus medias.

Era el gran secreto de Seni durante el almuerzo reparador.
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Domingos familiares (I)

Debió reconocer que estaba perturbado y ni siquiera la ducha logro sacarlo de esa perturbación, que ahora en el almuerzo dominical habitual en casa de sus padres la tenía frente a él sonriente y fresca como siempre.

Tenia diez años mas que él y pudo ver unas ligeras arrugas bajo los párpados y pensó que esa prematura madurez que mostraba sus rostro nada tenia que ver con su cuerpo que se mantenía lozano y firme, al menos así la había visto en el sueño.

Se miraron y sonrieron como siempre y él estaba evocando desde la noche, ese domingo en la tarde en que por equivocación entro en su cuarto cuando el tenia diez años y ella veinte.

Tenía estrictamente prohibido entrar al cuarto de su hermana mayor y esa prohibición, no bien entendida por él, era cumplida en forma rigurosa porque el respeto por la intimidad era el supremo valor en su grupo.

Pero esa tarde de domingo de hacia veinte años, corriendo locamente por el pasillo se vio de pronto en el cuarto de su hermana que completamente desnuda lo miraba de pie al lado de su cama sonriendo.

Había quedado petrificado, pero no por temor , sino que deslumbrado por la visión de ese cuerpo moreno monumental que se aparecía ante él como la más brutal de las revelaciones.

Jamás podría haber imaginado, ni entonces ni después, que su hermana mayor ocultase bajo sus vestimentas grises, lo que él estaba viendo en ese instante.

Ella le apuntaba con sus dos pechos lanzados hacia él como dos pistolas diabólicas en cuyo extremo los pezones insolentes rodeados de aureolas oscuras le incomodaban tan solamente de puro hermosos. Ni tampoco cuadraban para nada con la idea que tenía de ella, esas caderas redondeadas y relucientes y ese triángulo denso poblado y negro entre sus piernas que tampoco había imaginado nunca.

Él quería arrancar porque temía que mientras más tiempo permanecía allí, más grande seria el castigo posterior, pero en ese momento vio la sonrisa de su hermana, y sus hermosos dientes blancos que asomaban entre los labios de su boca grande y sensual. Ella se acercó y él quiso retroceder, pero ella lo tomó de la mano y lo abrazó, de modo que sus mejillas quedaron tocando su vientre que él sintió muy tibio y entonces percibió un perfume extraño que luego lo acompañara por varios días y entonces sin poder contenerse, se atrevió a decirle casi en un susurro si podía tocarle uno de sus pechos y ella le dijo lo único que habló.

Si tu quieres... y él se quedó con esa caricia guardada durante veinte años.

Era esa la imagen que había evocado en el sueño y ahora se daba cuenta mirando a su hermana frente a él, al otro lado de la mesa, que nunca en esos años ni ella ni él, ni en serio ni en broma, hicieron jamas referencia a eso y se sintió incomodo mirándola, sobre todo que su esposa estaba ahí a su lado junto a su hijo pequeño y que él había formado un matrimonio feliz en todo sentido.

Esa noche fue particularmente activo en la intimidad con su mujer, e hicieron el amor varias veces y luego cuando llegó la calma se sintió incómodo cuando ella como pensando en voz alta le comentó que era una pena que Seni no se hubiese casado. Seni era su hermana mayor.

A pesar de todas las recriminaciones mentales que se estaba haciendo por lo de la imagen, no logró apartar de su mente ese impacto. Ya no veía la imagen como la vio cuando niño, sino que la veía como un hombre maduro aunque desde el punto de vista de la impresión que el cuerpo de Seni pudiera ocasionar en otros hombres.

La mañana del miércoles, mientras el agua de la ducha corría por su cuerpo se dio cuenta que la evocación de la imagen le ocasionaba una ligera, aunque persistente erección y se sintió perseguido por esa imagen incestuosa durante todo el día y ya caída la tarde se encontró conduciendo su automóvil hacia la casa de sus padres, sin saber cuál confesaría como el motivo de su visita, porque en realidad no tenía ninguno. Cuando llegó a la casa se encontró con que no estaba sino la criada y le dijo que quería sacar un libro desde el cuarto de su hermana.

Subiendo por la escalera se dio cuenta que el corazón le latía aceleradamente y cuando entró en el lugar, en que no había estado desde esa tarde de domingo, se volvió a quedar petrificado en el mismo lugar sintiendo lo mismo solamente que ahora Seni no estaba, pero el cuarto entero estaba invadido por el mismo perfume.

Guiándose casi como un ciego, porque el cuarto ya estaba oscuro trató de seguir la intensidad de olor acercándose a la cama y pasando la mano por el cobertor, en seguida levantó suavemente la almohada y por ultimo se apoyó en el borde de la cómoda junto al lecho y fue en ese instante que sintió la intensidad casi embriagadora de su perfume. Miró hacia el cajón abierto y obedeciendo a un impulso, metió la mano dentro de él . Acaricio las prendas que allí se guardaban deleitándose con la suavidad acariciante de ellas y buscando como un ladrón atrapó entre sus manos la que le pareció mas excitante.

Su erección había alcanzado tal intensidad que debió liberar ese monstruo doloroso y caliente mientras en la suave penumbra reconocía la pequeña braga blanca desde la cual emanaba ese perfume perturbador. Hundió su rostro en ella para aspirarla y sintió que la descarga brutal se aproximaba , entonces se envolvió el miembro a punto de estallar con la braga de Seni y comenzó a descargarse en ella y sintió cada derrame como la más prohibida de las caricias, hasta dejar la prenda completamente empapada. La guardó en su bolsillo y abandonó el cuarto con su pecado.

Ahora ya estaba prisionero de su deseo y durante el jueves y el viernes llamó por teléfono varias veces a Seni simplemente para oír su voz, porque oírla le producía un placer prohibido e intenso, sobre todo porque ella era muy alegre y siempre le hacia bromas que ahora él contestaba con gusto. Ella no se había dado cuenta de la visita al cuarto y esto lo alentaba a tener ideas más audaces.

La noche del viernes su tensión había llegado a tal extremo que fue a casa de su padres solamente para verla, para verla moverse, para verla caminar y para imaginársela desnuda y para excitarse hasta el infinito sin que ella tuviese ni la mas minina sospecha de lo que le estaba pasando. Cuando ella lo despidió en la puerta y él sintió de nuevo su perfume estuvo a punto de tener un orgasmo. Esa noche francamente no durmió absolutamente nada. Ese sábado seria el cumpleaños numero cuarenta de Seni y habría una gran cena en su casa.

Se levantó muy de madrugada y salió a trotar como lo hacia todos los fines de semana, con el cuerpo sudoroso y agotado se metió en la ducha

Como cada cumpleaños sería el primero en saludarla en su oficina de la empresa en la que ella ocupaba un cargo importante.

Entró en la oficina con el ramo de rosas rojas y ella se puso de pie sonriendo. Recibió las flores, las dejó sobre el amplio escritorio y le echó los brazos al cuello para recibir el abrazo de cumpleaños. Se apretó contra él con la confianza absoluta de quien abraza a un hermano y él sintió todo su cuerpo pegado al suyo, sintió sus pechos duros presionando contra su camisa, y sus muslos apegados a sus piernas y él podía reconocer los contornos de su liguero, y adivinaba sus bragas pequeñas ciñendo sus nalgas y aplastando sus vellos frondosos y la retuvo con él y la acercó y la levanto del suelo unos centímetros y sintió su aliento caliente en su rostro y cuando la bajó le puso ambas manos en sus nalgas y la acercó a su vientre y en ese momento ella debe haber sentido las dimensiones del miembro del hombre apretado contra su piel.

En ese instante ella se asustó y trató de retirarse, aunque no había dejado de sonreír, pero él no la soltó, sino que volvió a abrazarla con más fuerza y levantándola nuevamente del suelo la condujo como a una niña para dejarla sentada sobre el escritorio, le subió la falda y puso sus piernas entre las suyas. La mujer estaba ahora totalmente sorprendida y trato de juntar sus piernas, pero él ya estaba enardecido y sabía que no se detendría dé modo que extendió su cuerpo sobre el de Seni mientras trataba de bajarle las bragas con su mano derecha.

Como la mujer tenia las piernas juntas no logró hacerlo y entonces las desgarro con violencia y le puso su miembro en medio de los muslos. La mujer luchaba en silencio, en ningún momento gritó, simplemente se defendía, pero el peso del cuerpo de hombre le impedía tener éxito. Sentía entre sus muslos el cilindro candente de su hermano y como los mantenía juntos el roce resultaba doblemente intenso, La mujer esta sudorosa y respiraba ahora en forma anhelante. Él había logrado bajarse sus pantalones y ahora sus muslos desnudos separaban los de ella. Él tomó su miembro con la mano y se lo puso entre los labios mayores que notó muy mojados. Con la lucha quizás Seni se había excitado.

Cuando ella sintió la gruesa cabeza en su vulva, pareció dejar de luchar, él le había desgarrado la blusa y ahora sus pechos lo apuntaban, como ese domingo, entonces la miró a los ojos, unos ojos grandes, negros brillantes y ese brillo era el mismo de esa tarde de veinte años atrás y entonces ella lo miró con ternura y sintiendo que todo su cuerpo se relajaba le dijo.

Bien... si tu quieres...

Y en ese mismo momento separó los muslos, y sintió que algo inaudito se desgarraba entre sus piernas y que un tronco de piel quemante se habría paso en su virginidad y que iba siendo penetrada como jamás lo imaginó y percibió que se abría como nunca lo había creído posible en ninguna de sus fantasías de mujer sola y lo recibió ahora con placer y dolor, que era según ella la mejor forma de placer y supo lo profunda que era y quiso ser más profunda para él para que la conociera entera y para que supiera para siempre que lo había estado esperando en cada rincón de sus tardes y su noches y cuando sintió que la inundaba se volvió también liquido para amarlo en todos los estados.
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La Historia de Fernando

Esta es una historia totalmente real los nombres y las situaciones están ligeramente cambiadas para evitar problemas a los participantes de ella.

Qué tal, mi nombre es Fernando, vivo en la ciudad de México y les voy a contar algo que me pasó hace unos 5 años, en ese entonces tenía dieciocho vivía en una zona bastante acomodada y económicamente mi familia no podía estar mejor, mi padre es un exitoso abogado y mi madre una hermosa señora de sociedad, que dedica la mayor parte del tiempo a estar en desayunos de caridad o cosas por el estilo, ella en esa época tenía 38 años, tenia (y tiene) una hermosa figura, unas tetas pequeñas pero bien firmes y un gran culito en forma de corazón, es rubia y tiene las piernas increíblemente bien formadas.

Una tarde Pepe (uno de mis mejores amigos) y yo estábamos en mi casa tomando unas cervezas mientras veíamos un partido de fútbol y mi madre entró a mi habitación para decirme que ese fin de semana los Gutiérrez darían una fiesta, así que no hiciera planes, también se lo dijo a Pepe, ya que sus padres seguramente estaban invitados. En ese momento, Pepe se puso realmente feliz, en esas fiestas siempre se organizaba alguna movida con las niñitas más "recatadas" de la ciudad y era una verdadera maravilla tener una casa grande a completa disposición para hacer nuestras fechorías. El día de la fiesta llegó, y todos nos pusimos nuestros mejores trapos para la misma, mi madre era un verdadero poema, traía un traje negro con falda hasta el piso y una abertura hasta la parte media del muslo, el pelo suelto y completamente lacio y un escote que habría hecho al más santo de los santos voltear a ver, mi padre como siempre lucía alguno de sus serios trajes y yo estaba estrenando un traje nuevo de seda que había comprado unos meses atrás, así partimos para la fiesta.

Al llegar, a la primera persona que busqué era a Pepe, ya que él era el típico muchacho abierto y simpático que lograba acaparar a todas las muchachas de las fiestas sin mucho esfuerza y dicho y hecho, lo encontré en medio de tres niñas bastante buenas, a quienes tenía muertas de la risa con una de sus historias. La fiesta transcurrió normalmente, los jóvenes nos metimos en un pequeño mausoleo que tienen en la casa para poder tomar sin que los mayores nos lo estuvieran reclamando y con acceso rápido a la casa y al jardín, en caso de que alguien tuviera suerte con alguna pareja. Después de unas cuantas horas Pepe ya estaba bastante entrado en copas y las chavas ya no le prestaban tanta atención, y yo, como era muy tímido estaba a su lado, esperando conquistar a alguna mientras él estaba con otra, esto no pasó, y nos quedamos prácticamente aislados de los demás en un sillón en la orilla, en medio de su borrachera Pepe me comentó que mi Madre estaba buenísima, que ninguna de estas niñas le pedía nada, yo le di el avión y decidí que esta era plática de borracho, así que lo dejé medio inconsciente y me fui a dar una vuelta por la fiesta, en lo que se le bajaba un poco, para poder conseguir alguna niña después, entrando a la casa me encontré a mi padre y me dijo que tenía que irse, ya que habían detenido a un cliente suyo y que iba a ver qué podía hacer, me dio las llaves del auto, él se iría en taxi, me dio todas las recomendaciones y se marchó. Yo fui a ver a mi madre para ver a qué horas se quería ir, pero la encontré tan alegre con sus amigas, que me dijo que no me preocupara cuando se quisiera ir ella me buscaría, apenas eran las doce de la noche y ella se veía bastante acalorada por las copas, me dio gusto verla tan feliz, y salí a buscar a alguien con quien platicar, Pepe seguía medio inconsciente, así que me puse a platicar con Marcela, una joven bastante guapa, pero que además de apretada y mojigata, era bastante sangrona, sabía que de ella no iba a conseguir nada, pero, mis opciones estaban bastante reducidas, después de platicar con ella como por hora y media, me desesperó su estupidez y me fui a dar otra vuelta, esta vez encontré a Pepe ya bastante sobrio, así que me senté junto a él y le dije que su peda estaba bastante molesta, que hasta me había dicho que mi madre estaba buena, él me miró extremadamente serio y me dijo: Tu madre esta buenísima, no te lo dije ni por pedo ni por nada, te lo dije porque es una de las mujeres más buenas que he visto en la vida de hecho creo que me cortaría uno o dos dedos sólo por estar con ella una noche, yo me encabroné bastante y lo mandé a la chingada, pero como era un tipo bastante bueno para la palabra, poco a poco me fue cambiando mi enojo por calentura, logró que pensara que estaba hablando de cualquier putilla de las que se quería coger en vez de mi madre, así que nada más le dije, que ya parara de hablar así de mi jefa y que fuéramos a buscar a otras chavas, me dijo que primero tenía que ir al baño y que en un momento me alcanzaría, como media hora más tarde me cansé de esperar y fui a buscarlo. Lo encontré adentro de la casa platicando con mi madre, quien por cierto, se veía bastante tomada, el morbo me obligó a acercarme sin ser visto para oír qué era lo que le decía este guarro a mi madre, tan pronto estuve a una buena distancia escuché:

Enserio Rosa (así se llama mi madre), es más, hace rato le dije a Fernando lo buena que estás, que no tienes nada que envidiarle a ninguna jovencita de las que están aquí.

Para de decir babosadas- le contestó mi madre en medio de una risotada- tú deberías estarle diciendo esto a alguna de esas jovencitas en vez de a mí, en ese momento un mesero me preguntó si deseaba algo de beber y mi madre y Pepe se percataron de mi presencia, así que me hice el loco y le dije a Pepe que lo estaba buscando, y el descarado me dijo: Perdona, es que le estaba diciendo a tu madre lo guapa que está, díselo tú, tal vez a ti que eres su hijo te lo cree más que a mí. Sí mamá estas guapísima, vamos Pepe que la noche se acaba- contesté yo- , Mi madre estaba muy ebria, y me contestó, vamos hijo, déjalo un rato que hacía tiempo que nadie me echaba tales flores, y mucho menos un muchacho de su edad. En este momento, tuve un extraño sentimiento, por unos cuantos instantes escuché a mi madre como a muchas niñas cayendo rendidas a los brazos de Pepe, y me entró en la mente una excitación que no puedo explicar. Después de un rato de estar diciéndole a mi madre lo buena que se veía, en mi presencia, los padres de Pepe lo mandaron llamar, puesto que ya se iban, así que regresó rápido a avisar que se iba a quedar a dormir en mi casa, esto me hizo dar vueltas la cabeza pensando en todo lo que este tipo tendría en la cabeza, estaba luchando seriamente entre el morbo y la excitación y el sentido común, las amigas de mi madre, la llamaron para un ultimo brindis así que ella salí casi corriendo con ellas, en ese momento aproveché para decirle a Pepe que ya era demasiado, que estaba bien piropear a mi Madre, pero que no se pasara de la raya y me dijo:

Fernando, deja de pensar en ella como tu madre por un instante y vela, es una bellísima mujer, ¿dime si no se te antojaría tirártela?, me quedé mudo por un momento, la ira y la excitación estaban peleando en el terreno medio, y me dijo: Ese silencio sólo puede decir una cosa, se te antoja, aunque no lo quieras aceptar, ahora es tu oportunidad, así como la mía, esta muy cachonda y muy entrada en copas, seguro que hasta se lo esta imaginando ahora mismo, en ese momento, salí casi disparado hacia fuera de la casa, no supe qué responderle, me senté en la escalinata en la entrada durante unos momentos y un poco envalentonado me fui al bar, a ver después de unas copas, lograba aclarar mis ideas, me tomé unos dos o tres caballistos de tequila y junto con lo que había tomado horas antes pues alcancé un estado de euforia, me sentía muy feliz, y decidí que Pepe no estaba tan equivocado, para esto ya eran como las tres de la mañana, y ya poco a poco todas las personas se estaban yendo, así que me tomé otros tres caballos de tequila y fui a buscar a Pepe y a mi madre. Pepe estaba en el mismo lugar que lo dejé, con cara de preocupación, pensaba que me había molestado con él, y mi madre estaba tomándose una última copa con un señor amigo de no sé quién, así que fu a decirle a ambos que ya era hora de partir.

Mi madre estaba lo suficientemente ebria como para que la tuviéramos que ayudar a bajar las escaleras, en este momento Pepe y yo nos miramos durante un segundo y él supo que yo estaba adentro. Ayudamos a subir a mi madre al coche y arrancamos después de unos minutos, Pepe sugirió que fuéramos a un mirador que se encuentra en las salidas de la ciudad y mi madre enseguida dijo que sí, que necesitaba respirar un poco de aire puro, así que emprendimos el viaje que fue como de media hora, en ese tiempo, todos estábamos platicando y riendo de mil y una estupideces, hasta que llegamos, me estacioné y Pepe enseguida encendió el estéreo, busco una canción tranquila, y sacó una botella de Brandy que se había robado de la fiesta, se bajó del coche para sentarse en la parte trasera en donde estaba mi madre, yo le seguí, y nos sentamos uno a cada lado de mi mama, como no había vasos estábamos tomando a pico de botella, y mi madre se reía sin parar. En ese momento se le notaban los pezones a través del traje que llevaba puesto, y esto me puso como piedra, nunca en mi vida había estado tan excitado como en ese momento, Pepe al darse cuenta de esto le propuso a mi madre bailar, así que se bajaron del coche y comenzaron a moverse junto al auto, puesto que los dos se tambaleaban bastante como para llamar a eso baile, los dos estaban muy pegados, cachete a cachete, y desde mi posición podía ver claramente como las manos de Pepe comenzaban a sobar lentamente el trasero de mi madre, poco después escuché un ruido, que después me enteré fue un beso, duró muy poco y mi madre se separó de Pepe, pero siguió bailando como si nada, Pepe seguía sobando con una mano las nalgas de mi madre, y con la otra hacía círculos en su hombro, bajando poco a poco a su pecho, se escuchó un leve jadeo de mi madre mientras la mano de Pepe se acercaba a su pezón, después de unos minutos así, ella le dijo que necesitaba sentarse, así que regresaron al coche a la posición original, seguimos bebiendo Brandy y de repente Pepe se quitó el saco y lo puso sobre las piernas de mi madre, con la excusa del frió, vi claramente como sin muchas vueltas puso su mano sobre el muslo de mi madre y poco a poco lo fue subiendo mientras ella me contaba no sé qué historia de su universidad, poco a poco la respiración de mi madre se fue entrecortando, hasta que a la mitad del relato se quedo callada y abriendo un poco las piernas echó la cabeza levemente hacia atrás. Pepe, se acercó sutilmente a besar su cuello, y yo, mientras tanto, retiraba lentamente el saco que le cubría las piernas, Por fin se lo quité y vi como la mano de Pepe estaba amasando tiernamente su concha, por encima de las bragas, de repente Pepe, me agarró la mano y con un movimiento muy brusco, quitó su mano y puso la sobre el chocho de mi madre, en ese momento estuve a punto de correrme, sentí unas convulsiones enormes en todo mi cuerpo, definitivamente nunca pensé estar tan excitado, poco a poco Pepe fue quitándole los tirantes del vestido y comenzó a besar sus tetas, en este momento ella se dio cuenta de que yo estaba sobándola y me dijo: Fer... bueno, mañana olvidaremos todo, nada más dijo esto y me volví loco, le bajé sus bragas y comencé a sobarle el conejo directamente, no lo podía creer estaba dedeando a mi madre, era algo indescriptible, poco a poco el aroma de su panocha me obligó a acercarme hasta que la toqué con la lengua, y empecé a darle una lengüeteada de campeonato, poco a poco se fue excitando más, hasta que nos dijo que nos fuéramos a la casa, que estaba muy incómoda, no terminó de decir esto cuando Pepe ya estaba arrancando el coche, yo subí a besarla y se me quedó mirando con una increíble ternura, me comenzó a besar lentamente hasta que los besos se convirtieron en lengüeteadas mientras con una mano la masturbaba con la otra manoseaba sus tetas. Poco después llegamos a mi casa, Pepe manejó realmente rápido, mi padre todavía no había llegado, lo sabíamos de antemano, ya que cuando esto pasa, generalmente llega hasta entrada la tarde , así que corrimos los tres al interior de la casa, mientras mi madre subía las escaleras hacia su habitación Pepe y yo le fuimos arrancando toda la ropa, cuando llegamos, estaba completamente desnuda, enseguida se arrojó a la cama y Pepe y yo nos quedamos mirando durante un muy buen rato al pedazo de mujer que nos íbamos a follar, nos desnudamos, y fuimos a la cama, yo la besaba por la derecha sobándole todo lo que podía mientras Pepe la besaba por la izquierda, después de unos segundos yo subí y le puse mi verga cerca de la cara, ella, sin siquiera voltear a ver, comenzó a besarla cual caramelo, Pepe por su lado le estaba mamando la conchita, era muy bueno en eso, ya que cada dos segundos mi madre me mordía la verga debido a los espasmos que Pepe le causaba, después de unos segundos, Pepe se puso en posición y le metió la verga de un solo trancazo, ella me mordió bastante fuerte, tanto que hasta me sacó un poco de sangre, unos segundos después me corrí en su boca, manchando toda su cara y su pelo, ella, trato de devorar todo lo que fuera posible, pero el movimiento que tenía con Pepe no la dejaba, no pasaron ni tres segundos cuando Pepe le sacó la reata y le dejó caer toda su leche sobre el estomago, mi madre se frotaba para mancharse toda del semen de su joven amante, para luego, chuparse las manos, para ese momento yo ya estaba más que empalmado de nuevo, así que tomé el lugar de Pepe, y puse mi verga en la entrada de mi madre, nada más le toqué la vulva con mi punta y explotó en un increíble orgasmo, gritó como si la estuvieran matando, y me gritaba, métela, métemela, qué esperas, métela. Yo hice caso de las indicaciones y se la metí, ella me tomó de las nalgas y me empujó como si me quisiera todo adentro, enterrándome las uñas muy cerca del ojete, moviéndose como un verdadero animal, Pepe también empalmado de nuevo, comenzó a jugar con las tetas de mi madre, poco después de éste increíble orgasmo mi madre se tranquilizó un poco, se volteó y comenzó a mamar la verga de Pepe, yo la estaba fornicando al estilo perrito y vi su ojete, y me encantó la idea de poseerla por ahí, así que me escupí en la mano y comencé a masajearle poco a poco el ano, le metí un dedo, luego dos, y era verdaderamente angosto, me gritó, por ahí no lo he hecho, ¡me duele!, ¡me duele! le saqué la verga de la panocha y comencé a lamerle el ano, metiéndole la lengua cada vez más adentro tratando de dilatarla un poco, cuando ya no pude más, volví a meterle dos dedos, ya no gritó, le metí el tercero y le puse la verga en la entrada, comencé a empujar poco a poco, entró la cabeza, Me duele ¡¡¡ es muy grande!!! ¡¡¡Me duele, no entra!!! , de una estocada le entró completa y ella lanzó un grito de dolor, Pepe también puesto que le había mordido la verga, pero no se movió mi mamá, siguió mamándosela a Pepe y tratando de soportar el dolor y acompasarse con mis estocadas, después de unos cuantos metesaca, estaba gritando de placer, Pepe, le sacó la verga de la boca, y la empujó un poco, para que se echara hacia atrás, le puso la verga en la panocha y de un golpe se la introdujo completa, para mi fue una sensación increíble, puesto que cuando él la metió, mi entrada se hizo muy chica y la presión que ejercía era de lo más placentera, mi madre, gritó del dolor, y comenzó a llorar, besó a Pepe intensamente, mordiéndole los labios y enterrándole las uñas en la espalda, después de unos segundos estaba explotando en un increíble orgasmo, que duró como cinco minutos, yo me corrí dentro de ella, y comenzó a gritar de placer como si la quemaran por dentro, Pepe le sacó la verga y se vino de nuevo, encima de mi madre, después de esto ella se quedó dormida, Pepe y yo nos fuimos a mi habitación y sin decir una palabra nos dormimos.
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Mi hermana Paloma

Mi nombre es Eva, esta historia ocurrió hace algunos años, y es mi propia historia. Desde que he sido muy joven me he dado cuenta que no soy normal. Siempre me he sentido atraída hacia las maneras de ser, de actuar de los chicos y me identificado con ellos más que con mis compañeras. Cuando fui siendo mayor, me di cuenta que los chicos no me llamaban en absoluto la atención, y no puedo negar que, sobre todo al principio, me pusiera a salir con alguno, pero era más bien por intentar ser como mis amigas y para cubrir el expediente.

En cambio, qué decir de las chicas. Siempre me han gustado. Me metía en el servicio con ellas para verlas mejor, todo su cuerpo, me empapaba de sus desnudos en los vestuarios. Siempre me controlé. No quería que nadie supiera de mis inclinaciones. Así llegué hasta los diecisiete años.

Tengo que decir que la culpa de todo lo que pasó en esta historia es de mi hermana Paloma. Vivíamos en Sevilla junto a mis padres. Cuando yo tenía dieciocho años, ella tenía veinticinco. Os llamará la atención esta diferencia de edad. Se debe a que fui lo que se llama "un despiste". De todas formas, no somos mas que nosotras dos. Ella era muy distinta a mí. No digo físicamente, pero sí en carácter.

Paloma y yo somos de pelo negro y ojos marrones. Yo soy más alta que ella ahora, pero entonces éramos casi iguales. Eso sí. Yo con diecisiete años era un palo de delgada, y ella a sus veinticinco años, no voy a decir que estuviera gorda, ya que gorda no ha estado nunca, sino que tenía las carnes muy bien puestas. Yo solía vestir con ropa de deporte, pues me ha gustado mucho tener fuerza y estar ágil y he hecho siempre deporte. Ella era en cambio muy coqueta, aunque siempre con elegancia.

Yo siempre he usado una melena que no me cubra el cuello, mientras ella luce siempre una cabellera que ha veces lleva suelta y otras veces con coleta, falda por encima de la rodilla, camisas que desabrocha, zapatos de medio tacón.
La coquetería de Paloma no está tanto en su forma de vestir como en su carácter. Le gusta que la mimen, ser el centro de atención, sentirse admirada. Siempre ha tenido un montón de pretendientes, y siempre ha jugado con ellos, como pretendía jugar conmigo. Yo en cambio soy seria de carácter, y aunque soy la menor, tengo que decir que por el carácter de mi hermana he sentido a menudo que me faltaban los mimos de mi familia.
Como quiera que fuera, como tengo un carácter tímido, no me atreví, en un principio a buscar mi media naranja dentro de mi mismo hemisferio. Mi hermana era muy femenina. Se paseaba frecuentemente en braguitas delante mía. Sólo en braguitas, o en un camisón que siempre se me antojaba trasparente. El cuerpo de mi hermana era totalmente distinto a los que había visto en los vestuarios. 

Era una mujer hecha y derecha.
Empecé a masturbarme pensando en los senos que se le veían a través del camisón, o cuando al salir de la cama, se ponía una camiseta. En las nalgas contenidas por las siempre inmaculadas y blancas bragas, que temblaban al pasear mi hermana por el pasillo, en los muslos que le asomaban cuando se sentaba a mi lado en el sofá.

El verano de 1995 tuve que quedarme en Sevilla preparando la selectividad, pues me habían cargado en junio. Le hice la puñeta en parte a mi familia, pues mientras yo me quedaba en Sevilla estudiando, con mi padre que tenía que trabajar, mi madre y Paloma se fueron a un apartamento que tenemos en la playa, en Matalascañas, Huelva. Mi padre y yo íbamos a visitarlas los fines de semana.

Me cundían los días estudiando y también le hacía de comer a papá, y le planchaba y lavaba. Por las tardes me iba a hacer footing, y después de correr, cuando estaba en la ducha, me masturbaba, pensando en mi hermana. Me divertía pensar que le provocaba a Paloma el mismo placer que yo me provocaba a mí misma con el dedo.
Cuando mi padre y yo íbamos a la playa, yo era una esponja que absorbía todo lo significaba sexualidad en Paloma. Sus top-less. Sus paseos con una toalla alrededor del cuerpo, las noches con nuestros amigos comunes. Cada gesto, cada movimiento me excitaba.
Un fin de semana coincidimos mi hermana y yo, que iba con mis amigas, en la misma discoteca. Era una discoteca cercana a la playa. Yo la vi a ella y me disponía a saludarla cuando me di cuenta que se le acercaba un chico con el que parecía mantener una relación "especial". Yo lo conocía. Era Mariano, un amigo suyo de hacía tiempo. Era claro que estaban saliendo.
Mi hermana estaba dando un espectáculo delante de mis amigas. Se besaban a brazo partido y dejaba que Mariano la toqueteara por todas partes. Yo estaba roja de vergüenza... y de celos.
- La muy guarra. Se lo voy a decir a mi madre nada más llegar.- No paraba de repetirme y de decirles a mis amigas. Mis amigas la disculpaban. Pero se que esa noche no pararían de hablar de ello y de reírse de mí, por mi hermana.
En un momento dado salieron de la discoteca. Yo, los seguí. Les dije a mis amigas que iban a pedirme una cerveza a la barra, pero lo cierto es que lo que hice fue seguir disimuladamente a mi hermana y Mariano. Se metieron en el coche de Mariano, pero en lugar de arrancar, vi que seguían besándose.

No debí hacerlo, pero tras estar espiándole un rato, comencé a acercarme, primero deprisa, pero conforme estaba más cerca, me iba parando divisar la cabeza retrepada de Paloma. La cabeza de Mariano no aparecía por ninguna parte. Me interesó lo que sucedía, así que di una pequeña vuelta para acercarme mucho sin que me vieran. Allí estaba. Paloma tenía la camisa abierta y el sujetador desabrochado. Sus pechos desnudos aparecían como manchas claras en la penumbra. Mariano tenía la cabeza entre las piernas. No pude ver si mi hermana se había quitado las bragas o no, pero sí que mi hermana tenía el "eso" de Mariano, que asomaba en la bragueta desabrochada, en la mano.

Esa noche lloré al llegar a casa. No tenía más motivo para llorar que los celos. Paloma me lo notó y me quiso sonsacar, pero no le dije nada.

El caso es que desde ese día, la obsesión por mi hermana fue creciendo. Y en un momento dado de la semana que transcurrió a continuación me propuse hacerla mía. No sabía cómo lo haría, pues yo no tenía experiencia ni nada. Quiso la casualidad que cayera en mis manos unas revistas porno que mi padre había comprado y que dejó debajo del colchón, para que yo no las viera, pero claro, al hacerle la cama, las vi.
En las revistas aparecían fotos muy claras de cómo una chica tiene que tratar a otra, a parte de algunos relatos que me parecieron algo bestiales. Me empapé de todo aquello, todas las mañanas me veía las revistas y no paraba hasta que no me masturbaba. Mamá me encontró más delgada que de costumbre el fin de semana siguiente. Un buen día, las revistas desaparecieron. Supongo que las compró papá en un mal momento.
Comencé a cambiar de actitud con Paloma. Procuraba quedarme a solas con ella. Un día entré al cuarto de baño mientras ella se duchaba, y me dediqué a hablar con ella y a observarla mientras se enjabonaba. Me pidió que le diera por detrás, y yo la enjaboné. Luego le alargué la toalla. ¡Qué magnífica mata de pelo negro cubría su sexo! Y en medio, se distinguía la hendidura que esconde a su clítoris. Qué lindos pezones, que estaban rugosos por el agua que le había caído y el frío que pasaba mientras le entregaba la toalla lentamente.

Comencé a tomar por sistema la medida de entrar en el baño cuando ella estaba, especialmente si no estaban Papá, que no lo hubiera visto bien. Un día escuché el chorrito de pipí a través de la puerta. Entré. Creía que me echaría una bronca, pero no me dijo nada. No le pareció mal. Comencé a pintarle las uñas de las manos, también la convencí para que se pintara las de los pies. Comencé a ayudarle a depilarse (Yo no me he depilado en mi vida). Indudablemente, le comencé a echar crema bronceadora y protectora donde no llegaba su mano.

Primer intento

Un día, la playa estaba vacía, ya que nos alejamos mucho de la urbanización, por que Paloma quería hacer top less. Me dijo que le echara cremita por todo el cuerpo. Estaba tentadora. De espaldas al sol, me ofrecía un trasero redondo y moreno en parte. Comencé a broncearle las pantorrillas, mientras pensaba si hacer o no hacer lo que estaba pensando. Sus pantorrillas dieron paso a sus muslos. Los amasaba intentando inculcar una presión y un ritmo que le aseguraran a mi hermana que aquello era un reclamo sexual.

Le pedí permiso para darle crema en el trasero. Aceptó. Le dije que le apartaría el bañador para extenderla bien. No me contestó. Comencé a embadurnarle de crema las nalgas y el interior de los muslos. Me sentía excitada y mi respiración se aceleraba. Estaba segura de que si hablaba, Paloma lo notaría, así que pasé a extenderle la crema por la espalda.
Mi mano se escurría por los laterales, deseaba tocarle los senos. Cada vez mis manos iban más hacia abajo. Esperaba que de un momento a otro Paloma diera media vuelta, y me quitara el bote o me cortara el rollo de alguna manera. Pero en lugar de eso, se dio la vuelta, para que le extendiera la crema por la parte delantera.

Comencé por la cara, primero por la frente, luego por la mejilla, la barbilla y alrededor dela boca. Calculaba mentalmente los efectos que le produciría. Luego le di crema en el cuello y en los hombros, el ombligo, y finalmente, las tetas. Mi mano se llenó de crema que extendía sobre todo el pecho de Paloma sin distinción. Luego comencé a rozar sus pezones con la palma de mi mano. Paloma me miró con desaprobación.

-Es...la zona...más sensible - Le dije con la voz entrecortado por la excitación, queriendo explicarle lo que sólo podía explicarse de otra manera bien distinta. Si mi hermana hubiera sido de otra manera, me hubiera quitado la crema y me hubiera mandado a hacer puñetas, pero es una calentona. Le gusta sentirse admirada y deseada, y aunque no dudo que aquello era nuevo para ella y le pilló desprevenida, actuó incitándome.

Pasé a extenderle la crema en las piernas, pero por delante. Evidentemente, ella estaba tumbada con las piernas entreabiertas. Mis manos le acariciaban la parte interior de los muslos, cada vez más cerca del conejito, hasta que la rocé un par de veces con la muñeca. Mis manos incluso se posaron y pude sentir la calidez de su sexo. Comencé a darle con el dedo en la ingle, hasta que conseguí mi objetivo: introducir un dedo a través del bañador. Yo jadeaba de excitación. Ella se levantó de repente y se dirigió al agua. Me quedé compuesta y sin novia.

No tardé en seguirla Había cierto oleaje, y ella se divertía esquivando las olas, a lo cual me sumé yo. Intentaba acercarme a ella, y cuando estaba cerca, abrazarla, pero se chafaba siempre. Yo insistía. Conseguí tocarle un par de veces la suave piel de las nalgas. Hasta que me gritó:

-¡Eva!¡Vale ya! ¡Déjame tranquila de una puta vez!-
Salió del agua, cogió sus cosas y se fue. Me fui detrás de ella, pero dejando pasar el tiempo, quería que si se lo contaba a mis padres, que me recibieran con toda la violencia que requería la situación. Vamos, quería saber nada verles la cara a mis padres si se lo había contado a no.
Mi hermana no le contó nada a mis padres. ¡Qué alivio! Pero en cambio, hubo un cambio radical en su actitud. Se cerraba con llave al entrar en el baño, dejó de darse los paseos que tanto me excitaban. Incluso me hablaba con frases cortas. Estaba enfadada conmigo.
Me di un tiempo en la persecución a la que sometí a Paloma. Seguí masturbándome mientras pensaba en ella, o viceversa. Pero al final del verano, mi mamá y Paloma volvieron de la playa. Era mitad de agosto. Surgió un problema en las tierras que tenemos en Córdoba y mi papá se vio obligado a ir hacia allá dos fines de semana seguidos. Comenzó entonces el acoso a Paloma de nuevo.
Me ponía a ver revistas porno, aquellas que tenía escondidas papá, delante de ella. Me paseaba desnuda para que me viera, e incluso, más de una vez me pilló masturbándome. Vamos, que me puse a masturbarme delante de ella, mientras clavaba mi mirada en sus ojos oscuros. Ella se ruborizaba siempre. Una de las veces coincidió que yo estaba en el baño y ella entró. Comencé a hacerle posturitas. Ella no quería mirarme, pero me miraba. Cuando salí de la bañera, ella se miraba delante del espejo, y al pasar a su lado, le di un achuchón, y restregué mi cuerpo contra su trasero. Cerró la puerta tras de mí. Sentí la ducha. Salió en toalla hacia su cuarto. Si me abalanzaba sobre ella y le quitaba la toalla tras tirarla al suelo ¿Qué haría?
La seguí por el pasillo, encantada de observar el rítmico movimiento de sus caderas, hasta que entró en su cuarto y escuché cerrar el cerrojo. Pensé en ese momento que Paloma nunca sería mía. Me acerqué al baño, desesperada y vi sus braguitas en el suelo del baño.
Cogí sus braguitas y las olí. Olían a sexo... y pude ver una manchita húmeda en la tela que tapaba su almejita. ¡Paloma se excitaba al verme!

La gran lotería me tocó al siguiente fin de semana. El jueves, Paloma, tras una larga conversación telefónica con Mariano, comenzó a llorar. Se encerró en su habitación. Fui a consolarla. Me la encontré sentada en la cama. Llorando.
-¿Qué te pasa, Palomita?- Le decía mientras me sentaba a su lado y le besaba la cabeza, triste yo también de ver a mi hermana tan desangelada.
-Nada, que todos los chicos son iguales. Este cabrón nada más irme de la playa se ha liado con Nuria, y me ha dicho que lo nuestro ha acabado.-
-Pero si estabais tan bien hasta hace unos días. Eso ha sido la zorra esa que se ha metido por medio-
Paloma comenzó a llorar desaforada. Algo había detrás que no me quería decir. Le costó reconocer que no se llevaba bien con Mariano. Había tenido sobre todo, un problema de relaciones sexuales. Lo habían estado haciendo durante el verano. Ella no se había corrido ni una vez. Era incapaz de llegar al orgasmo.
-Pero mujer. ¿A quién se le ocurre ponerse a hacerlo en un coche a la salida de una discoteca?- Paloma se quedó sorprendida de que supiera aquello.- Yo estoy segura de que tú, en condiciones normales te corres como la primera.-
Paloma me miraba desconsolada, pero ya no gimoteaba al menos.- ¿Crees eso realmente? ¿Cómo lo voy a saber yo? ¿Qué más me da ya, si Mariano me ha dejado?-
Yo, esto de los chicos lo he tenido siempre muy claro. Le dije a Paloma.- Mira, tonta, Si ese te hubiera querido, te hubiera llevado a un sitio más romántico. Y no te preocupes, que detrás de ese vendrán más.- Comencé a besarle las sienes y la beberme las lágrimas que le caían por la mejilla. Mientras, mi mano se posó en su muslo. La respuesta negativa no se hizo esperar.

-Déjalo, Eva. Llevas razón, pero tengo que desahogarme. No me agobies- No la agobié.
Al día siguiente, seguía en el mismo plan lloroso por más que mamá se empeñaba en animarla. Mamá no sabía, lógicamente todo el problema. Yo me hice mi plan. Paloma pasaba por un momento malo y yo me tenía que aprovechar. Ese fin de semana era vital para mí.

Pero por poco me lo chafa todo papá, pues al ver la cara de Paloma, se empeñó en que fuéramos todos a la casa de Córdoba. Yo le eché por achaque que tenía que estudiar para la selectividad. Al quedarme yo, por fuerza tenía que quedarse Paloma.
Estuve toda la tarde del viernes con Paloma. Estuvimos como en los viejos tiempos. La depilé las piernas y le afeité el sobaco. También le ayudé a hacerse las tiras. Le ayudé a pintarse las uñas de los pies. Yo pensaba que me iba a comer a un bomboncito la noche siguiente. Nos quedamos viendo la tele. Pusimos la película más erótica que porno de la noche, pero fue suficiente para ver que Paloma se divertía viendo aquellas escenas y no le daba ninguna repugnancia las escenas de lesbianas, aunque, eso sí, se ponía colorada.
Me masturbé pensando en las perrerías que pensaba hacerle a mi hermana la noche siguiente. No podía apartar de mi mente la imagen de la entrepierna de mi hermana, cubierta apenas con las bragas mientras le hacía las tiras. Hasta mi nariz llegaba el aroma de su sexo mezclado con el perfume de la ropa recién lavada.
Por la mañana me percaté de que Paloma no cerró la puerta al meterse al baño. Entré y me ofrecí a enjabonarla. Paloma se dejaba enjabonar todo el cuerpo, y tan sólo me apartó la mano cuando quería adentrarme con la esponja entre las piernas. Luego cogí la manguera y comencé a enchufarle por las zonas donde tenía jabón. Por todas las zonas. No opuso resistencia, hasta que su excitación fue ostensible
-Déjalo ya, Eva.- No quería presionarla, por no echarlo todo a perder. Le ofrecí la toalla, y ella vino a mis brazos a refugiarse de la frescura del ambiente.
Nos preparamos de comer. Nunca he dado tantos besos en la cara a mi hermana como mientras preparamos aquella comida. Luego comimos y le propuse a Paloma la idea de preparar una fiesta para esa noche. Aceptó, así que compramos refrescos y una botella de ginebra. Paloma se reía de que una deportista como yo fuera a beber algún combinado.
También compramos pan de molde para hacernos unos montaditos. La tarde pasó en la cocina. Nos pusimos a preparar los montaditos. Cada vez que podía, como de broma, le pegaba a Paloma un achuchón, que ella me devolvía. Cada vez los achuchones eran más fuertes. Entre achuchón y achuchón nos fuimos bebiendo los primeros combinados. Yo era la que los servía, y no los servía iguales.

Paloma pronto tenía más que un puntillo. Por eso, cuando tras un achuchón que me pegó, yo la agarré por la espalda, noté que la resistencia que ponía era más ficticia que real. Le mordí en el hombro, siempre como de cachondeo, y ella echó el culo para atrás, pero se encontró con mi pelvis. Sólo le dije una cosa: -Vete preparando, que esta noche vamos a tener movida.-
No contestó ni sí ni no, sólo sonrió con malicia. Lo tuve entonces muy claro. Le puse un par de combinados más. Comimos la una sentada frente a la otra. Yo llevaba mi típico pantalón de chándal y una camiseta, debajo de la cual no llevaba nada. Paloma vestía una falda y una camisa de botones, con unas zapatillas. No me gustaba como vestía para esa ocasión, por eso, tras tomarnos los montaditos , le dije que íbamos a bailar, pero que era necesario que cambiara de aspecto.

La llevé de la mano a su dormitorio y le saqué del armario una ropa que mi hermana no se ponía desde hacía diez años. Eran faldas que le quedaban mucho más cortas y suéter que le quedaban súper ceñidos. Después, mientras ella comenzaba a cambiarse, fui al cuarto de mamá y le saqué unos zapatos de verano, de esos que son tres o cuatro tiras cruzadas, con un tacón muy alto.
Al volver a su cuarto, pude verla en ropa interior. Le ordené que se quitara el sostén, ya que no lo necesitaba con el suéter. Luego fui a buscar unas bragas mías, y le ordené que se las pusiera. No quería violentarla, así que salí de la habitación, pero sólo al comprobar que comenzaba a cambiarse las bragas. Yo también me cambié. Me puse una camisa blanca de papá, que me estaba anchísima y unos pantalones del traje, que me estaban igual. El conjunto remataba con unos zapatones. Cuando llegué, Paloma comenzó a reírse al ver mi aspecto estrafalario. Luego me dijo, de broma. -No le da vergüenza, hacer esperar a una dama.-
Puse un disco de Carlos Gardel y nos pusimos a bailar tangos. Imagínense. Ella con esos zapatos de tacón y la falda cortísima. Yo con aquella ropa anchísima. Aquello me sirvió para que con el meneo, Paloma estuviera todavía más mareada, y de paso, para que le perdiera el miedo a mi contacto.
Tras los tangos pusimos un disco muy romántico, de Roberto Carlos, que sabía que le encantaba. Comenzamos a bailar agarradas, con los zapatos de mamá, ella estaba muy alta. Comencé a hablarle.

-Querida mía. Creo que la adoro. No puedo vivir sin Usted.- Ella se reía. SU risa me exasperaba. Me ponía nerviosa.
- ¿Qué le ocurre?. Se ríe de un caballero- Mi cara se acercaba a la suya. De pronto, una de las manos que caballerosamente conservaba en la cintura la agarró de la nuca y acercó la boca suya contra la mía.

- Eso ha estado muy mal, muy mal.- Me dijo tras el primer beso. Pero no opuso ninguna resistencia al segundo beso. Esta vez fue ella la que llevó la voz cantante, introduciendo su lengua en mi boca. Yo quise morderla con mis labios pero se escurrió.
Como antes me había comido los montaditos, ahora empezaba a disfrutar el trabajo del día anterior. Mis manos comenzaron a subirle la falda y a acariciarle el trasero, En efecto, mis bragas le estaban minúsculas a Paloma. Sentí el frío de sus nalgas, que se calentaban rápidamente en mis manos. Tiré de ellas hacia lados opuestos y sentí como las bragas se le iban metiendo entre los cachetes. Ella con sus manos se limitaba a agarrarse por detrás mía.

El suéter señalaba los pezones de Paloma, ahora mejor que nunca. Nuestras bocas no paraban de pelear entre sí, intentando conquistar cada una el territorio de la otra.
La boca de Paloma me sabía a miel. Era un caramelo que tenía que deshacer en mi propia boca. Metí una pierna entre las suyas y se la clavé en el sexo. Sentía la excitación de Paloma en que cada vez se entregaba más. Ahora era yo la que había triunfado en al lucha por su boca. Mi lengua se introducía en cada rinconcito.
-Hoy vas a saber lo que es un orgasmo, putita- Le dije al verla entregada. Ella me escuchaba concentrándose sólo en mis caricias. Notaba mi propia excitación como un peso en el vientre. Le di un tirón al suéter que se desgarró. No nos importó, por lo viejo que era. No conseguí mucho, así que volví a tirar de él, y ahora si asomó uno de sus senos. Rápidamente lo agarré con las manos, presionándolo, y me lo llevé a los labios.
Lamí ese seno varias veces, alrededor de la aureola. De pronto, me metí el pezón en al boca y miré a Paloma a la cara, entornado la vista. Paloma me miraba placenteramente y hasta agradecida. Comencé a sentir crecer la punta del pezón entre mis labios y apretar estos a la vez. Jugué con él como si quisiera arrancárselo de un mordisco, moviendo la cara hacia un lado u otro. Paloma comenzó a susurrar un ronco gemido. Mi otra mano se adentraba por detrás en la zona trasera de su sexo.
Me incorporé. Noté el muslo que había entre las piernas de Paloma un poco húmedo y me acordé que los pantalones eran de Papá, así que rápidamente me los quité, sin quitarme los zapatones. Me costó. Por poco me caigo, pero salieron. Paloma se desabrochó la falda mientras tanto y calló al suelo. Mis braguitas, por delante no le cubrían ni la mitad de la barriga. Se le adivinaban los dos labios del sexo, y pensé que debían de estar acariciándole el clítoris. Se iba a quitar el suéter, pero se lo impedí. Me gustaba verla así, con el suéter roto y un seno al aire.

Comenzamos de nuevo a bailar, pero esta vez más tranquilos. La besaba en el canal del pecho, en los hombros, en el cuello. Paloma me musitaba susurrando palabras de reprobación, que no servían sino para ponernos más calientes a las dos.
Le di un beso cuando pasaron unas cuantas canciones, le dije que fuéramos a su dormitorio. Ella fue delante. Yo veía media espalda desnuda y un culo con los dos cachetes desnudos por lo pequeñas de las bragas. Mantenía el equilibrio como podía con los altos tacones. Me fui desabrochando los botones de la camisa de papá, y me deshice de ella, dejando al descubierto mis pechos pequeños y bien puestos. Paloma se quería quitar los zapatos, pero yo no la dejaba.

Llegamos a su cuarto. Me fui a abrazar a ella, pero cuando estaba próxima a mí, le di un empujón que la hizo caer de golpe sobre la cama. Paloma me miró confusa y sorprendida, pero se podía adivinar su excitación.
-Te voy a hacer una mujer.- le dije, mientras ella se llevaba las manos al pelo, alisándoselo, esperando la próxima jugada. Me coloqué de rodillas frente a ella y tras besarla en la boca y el cuello, volví a disfrutar de la excitación de su pezón. Mientras, de un tirón terminé de romperle la costura del otro tirante y comencé a manosear con fuerza el seno recién descubierto. Paloma me daba besos en la sien mientras repetía mi nombre -Eva, Eva, Evaaaa-
Puse la mano sobre el sexo de Paloma, apenas cubierto por las bragas, y lo encontré empapado. Me acordé entonces de la negativa y la oposición que había encontrado hacía unas semanas, y decidí vengarme. Agarré las bragas por la parte trasera del cuerpo de Paloma, y tiré de ella con fuerza. Sentí como se agitaba su cuerpo y se abrían sus piernas, buscando seguro un poco de sosiego para su almejita.
Comencé entonces a besarle entre los muslos, mientras ella acariciaba tiernamente mi cabeza. Tiré de sus piernas hacia arriba para que se tumbara sobre la cama, y deposité sus piernas sobre mis hombros. Comencé a bajarle las bragas. Las bragas se enrollaban sobre sí mismo al discurrir a lo largo de su muslo.

Se las terminé de bajar, pero se la dejé enganchadas en las pantorrillas. Paloma sólo conservaba en su sitio los zapatos de mamá, y yo tenía puestas mis bragas y los zapatones de papá. Me empeñé en meter la cabeza entre las piernas, que se me abrían sumisas. Allí estaba el tesoro con el que había estado soñando. Pude ver más abajo otro agujero con el que nunca había ni soñado en poseer y que ahora era mío.

Comencé de nuevo a besarle los muslos, mientras mi mano se le acercaba lentamente, hasta llegar a su tesorito. Por otras parte, yo mismo comencé a acariciar mi sexo, metiendo mi mano por debajo de mis bragas. Separé los labios que tapaban su clítoris, y acerqué ambos dedos por cada lado de su botoncito. Cuando estaba así, mi boca se abalanzó sobre él, lamiéndolo con la lengua violentamente. Paloma se retorcía de placer y podía sentir en la palma de mi mano como su almejita soltaba el líquido viscoso con sabor a mar y a miel.
Me recordaba a un osito goloso que le roba la miel a las abejas. Las convulsiones de Paloma eran cada vez más violentas. Empezó a soltar unos alaridos casi exagerados. Tuve miedo de que nos escucharan en toda la casa, pero ya no me podía detener.
Para terminar de follarme a mi hermana, así, tal como estaba la mano, con la palma vuelta hacia su sexo, comencé a introducir lentamente el dedo pulgar. Mi hermana reventó de placer al sentir el dedo pulgar introducirse en su húmeda almejita. Yo seguí moviéndolo esperando prolongarle el orgasmo hasta el fin de sus días, o al menos hasta que me viniera a mí, como así sucedió al poco tiempo. Entonces perdí los papeles y me limité a restregar mi cara contra su sexo y su monte de venus mientras repetía el nombre de mi hermana.
Nos quedamos así un rato, hasta que decidimos ducharnos. Nos duchamos juntas, por supuesto. Le enjaboné de nuevo, mientras ella aguantaba la lluvia bajo su cabeza pacientemente. Había conquistado un agujero de mi hermana, pero aún me quedaba por conquistar el otro. Metí la esponja entre las nalgas de Paloma, mientras nos miramos con mirada cómplice. Le di fuerte entre las nalgas. Mi hermana estaba prácticamente abrazada a mí, y nos besábamos de vez en cuando. Entonces la cogí de la cintura para obligarla a ponerse de espaldas a mí. La cogí de los senos mientras le mordía la oreja, y luego, la puse contra la pared. Yo me puse de rodillas, frente a sus nalgas y hundí mi cara entre ellas.
El agua bajaba por su espalda y lo inundaba todo. Entonces le separé las nalgas para acariciar con mi lengua su agujero. Mi sorpresa fue observar a la puta de mi hermana separarse ella misma las nalgas.
Entonces comencé yo misma a acariciarme de nuevo y a posar la otra mano sobre su sexo. No duramos mucho tiempo así, porque ella se empeñó en acariciarse el clítoris, aunque yo le aparté varias veces la mano violentamente. Así que tuve que quitarme la mano de mi sexo y separarle la nalga que dejó libre. De nuevo le introduje el dedo, primero el corazón, pero luego también el índice. Ella los rozaba con los dedos con que se acariciaba el clítoris. No tardó en ponerse a chillar, esta vez bajo la lluvia. Dejé de lamerle el ano, para lamerle la parte trasera de su almejita. Créanme que a Paloma le fallaron las piernas y fue escurriéndose en mí hasta quedar en cuclillas entre mis piernas.

Nos secamos, comimos y dormimos en su cama. Bueno, dormimos a ratos. Nos tumbamos desnudas en la cama y nos clavamos las piernas en nuestros sexos mientras nos acariciamos. Como yo no me había corrido, y estaba muy excitada, me tumbé encima de ella y comencé a moverme entre sus piernas, rozando mi clítoris contra el suyo, cada vez más rápido hasta que me corrí. Pero la cosa no acabó ahí, ya que volví a masturbarla con mis dedos, un rato más tarde.

El fin de semana pasó. El domingo las dos estábamos avergonzadas. Al pasar la borrachera nos entró la resaca. Pero la resaca no duró mucho. Un día me puse a estudiar de noche en la habitación de Paloma. Paloma se acostó con las bragas ortopédicas de siempre y un camisón de monjita. Mi papá me dijo que era mejor que fuera a estudiar a otro sitio donde no molestara a Paloma. Pero Paloma intervino. -Déjalo, papá, si no me molesta.- No tardaron en dormirse mis papás cuando yo estaba de rodillas junto a la cama de Paloma, "ordeñándole la almejita".
Desde aquella noche, mi hermana era mía, pero lo teníamos que hacer de espaldas a mis papás. Esperábamos a los fines de semana. Mi hermana se deshizo de los complejos estúpidos y pronto encontró a otro chico con el que se comportaba como una verdadera puta en la cama. Yo, por mi parte, encontré pronto mi media naranja en mi mismo hemisferio.
Paloma se ha casado y tiene un hijo. Me parece que sus relaciones conyugales empiezan a ser aburridas en el plano sexual. De vez en cuando nos miramos como con cierta complicidad. Tal vez sea el momento de visitar a mi hermana un día que no haya nadie en su casa.
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Mi hermanito enfermo

Les quiero contar una historia que me sucedió con mi hermano. Mi nombre es Janeth y el de mi hermano es Henry. Nosotros vivimos en la ciudad de Huancayo-Perú. A media cuadra del parque los héroes del distrito de Chilca. Él tiene 23 años y estudia Medicina en la UPLA y yo tengo 19 añitos y estudio Odontología en la misma universidad.
Era uno de esos tantos días en el cual mi hermano se enfermaba de los pulmones ya que el pobre tiene principio de cáncer al pulmón. Estaba echado sobre la cama débil y triste. Así que me acerqué al filo de su cama para poder consolarlo en su tristeza. Ya te vas a poner mejor le decía. Me recosté al lado de él y tomé su cabecita para que pueda recostarse sobre mis pechos. Se acomodó y nos quedamos en silencio. Aquel día tenía que salir con mi enamorado y más tarde con Luis otro enamorado. Pero al llegar la noche él me pidió que no lo deje porque sentía mucho miedo quedarse solo. Está bién le dije. Pero voy a llamar a Arturo para avisarle que ya no saldré le dije. Arturo es su mejor amigo y mi enamorado. También llamé a Luis. Luis es el chico con el que le engaño a mi enamorado, un estudiante de Odontología. Bueno así que regresé y me alisté para dormir con el pobrecito de mi hermanito. Hazte a un lado le dije y él se arrimó con una sonrisa de felicidad ya que estaba muy asustadito.

Ya en la cama escuché la voz de mi madre que me dijo que lo arropara bien y lo cuide mucho. Ella es Obstetriz.

Bien le dije, lo abracé y él también lo hizo. Nos quedamos quietos y en silencio cuando me di cuenta que mi chochito estaba rozando una puntita durita. Yo pensé que era un botón de su ropa de dormir, pero cuando él se acomodó más cerca de mí sentí que era una cosa muy grande. Dios estaba sintiendo el pene de mi hermano. Acaricié su nuca tratando de consolarlo y él me apretó más a su cuerpo y no saben qué bien sentí. Dios mío era maravilloso sentir cómo esa cosa iba creciendo poco a poco muy cerca de mí. Pronto sentí que mi vulva también empezaba a hincharse más y más y a ponerse húmeda y caliente. Mi pecho se agitaba era fantástico. No sé por qué empecé sin querer a besarlo en la oreja y él me dijo que nunca olvidaría esto. Y también empezó a besarme en el cuello. Él me estaba acariciando y yo nada pude hacer para impedírselo. Sentía sus grandes manos acariciar mi espalda. Era tan rico. Poco a poco empezó a meter su mano dentro de mi pijama para poder apretar mis nalgas redondas y apretujarlos con pasión y dulzura. Era tan rico que lo estaba disfrutando. Así que me eché boca arriba y el hizo lo propio sobre mí. Tomó mis pechos entre sus dedos y me decía que nunca creyó que esto era posible pero que era lo más maravilloso y me besaba sobre mi ropa. Se movía rítmicamente y con fuerza como si tratase de hacerme sentir su órgano grande y duro. Mi chocho estaba húmedo y reventando de calor .Ni Arturo había hecho eso antes. Aunque Luis en una oportunidad me besó los pezones de lo más rico pero nada más. Henry era todo un poder de placer. Poquito a poquito fue desabotonando mi ropa para dejarme desnuda. Lo primero que hizo sin pensarlo dos veces fue mordisquear mis tetas, redondas y erectas. Tomé sus huevos entre mis manos y le dije mételo.

Ni terminé de decirlo y empezó a desnudarse con locura con ira pero deliciosamnete. Acomodó a su preciosura en el umbral de mi huequito y de un solo tiro me penetró sin que mi vagina se diera cuenta que ya estaba siendo frotada y desflorada sin pasión .Mi hermanito mi primer hombre mi primer coito. Explotaba en humedad y lujuria quería tenerlo dentro muy dentro por siempre y para siempre.
Me hacía gemir como una loca, arañé su espalda, él metió sus dedos en mi culo y su lengua muy dentro de mi boca. Le pedí cambiar de posición para así sentir en mi vientre a su pene largo y hermoso. Tomó mis piernas y las puso al hombro y me penetró sin parar una eternidad. Sentí que llegué a la luna más de una vez era lo más rico y maravilloso que una mujer puede sentir. Le dije al oído más, más fuerte y guauuuuuuu ya estábamos corriéndonos juntos y eyaculando nuestros líquidos. Nunca lo olvidaré. Dios qué delicia. Él seguía moviéndose y contrayéndose como si tratará de vaciar la última gota de su líquido caliente y abundante. Me seguía besando mis tetas tiernamente hasta que me quedé satisfecha de sus labios y de su saliva sobre mi cuerpo. Poco a poco nos tranquilizamos mientras me apretaba mis nalgas. Uffff ... ¿chicos pasa algo?... preguntó mi mamá. No mami respondí con el poco aliento que me quedaba. Si supiera que su hijita ya no era más una niña sino una mujer con mucho semen dentro y lo mejor de su propio hijo enfermito. Bueno preciosos quieres que les cuente más... ahora puedes encontrarme en la casa de Arturo. Humbold 584... ¿Luis?...me hizo más de lo que mi imaginación pudo alcanzar y me dejó. Escríbeme a chinaper2001@yahoo.com Les contaré la historia de la pinga de mi abuelo.
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jueves, 8 de diciembre de 2016

Amor en familia

Hola:

Mi nombre es Silvana, yo ya les envié un relato con anterioridad, ahora el relato que les envío no es mío, sino de una amiga de mi mamá que no se animaba a enviarlo, entonces yo se lo envío a ustedes de parte de ella. El relato es 100\% real, está escrito tal cual ella me lo cuenta a medida que lo voy escribiendo. Espero que les guste.

Mi familia siempre a sido unida y afectuosa. Juan, mi marido, simplemente adora a su hija y yo pienso que eso es hermoso. Ambos han estado tan cerca toda su vida que cuando uno de los dos se iba a algún lugar, tenían que besarse. Cuando ella quedo embarazada en su adolescencia, yo estaba segura que era de Juan, aunque ellos lo desmintieron siempre. Las relaciones familiares, las intimas, siempre han formado parte de mi vida. Mariana, mi hermana mayor, y mis dos primos, Gonzalo y Ezequiel, crecieron sintiendo mucho afecto entre ellos. Mariana y yo crecimos durmiendo juntas. Mariana tiene hermosas tetas y esta muy orgullosa de ellas. La ropa que usa las realza y le encanta hacerlo. Ya que sus tetas siempre fueron mucho más grandes que las mías, no era egoísta y me dejaba acariciarlas y chupar sus pezones. Muchas noches, en la cama, jugábamos con nuestros pechos y nos masturbábamos mutuamente. A mi me encantaba tocárselos y apretujárselos, ¡eran tan redondos y duros!, que me gustaba acariciarle los pezones hasta ponérselos duritos y después los mordisqueaba y los chupaba con sumo placer.

Siempre que podía, cuando estábamos solas en casa, le pedía a mi hermana: Mariana ¿me das la teta?, y Mariana nunca me la negaba. Cuando nuestra prima Sara su quedaba a dormir con nosotras, sentíamos que debíamos cuidarnos, hasta que nos dimos cuenta que a ella le gustaba jugar del mismo modo y hasta descubrimos que Sara sentía la misma adoración por las tetas de Mariana que yo. Entonces Marina la dejaba jugar con ellas también. Cuando mi propia hija llegó a los 18 años estaba muy bien desarrollada en los lugares adecuados, lo que la hacía verse muy apetecible. Me hizo y hace recordar a Mariana en muchas oportunidades. Muchas veces tuve fantasías con ella pero las desechaba. Seguramente, ella no sentiría lo mismo por el sexo que su tía Mariana. Entonces un domingo mi hermana vino a comer con su esposo y su hijo. Yo estaba ordenando las cosas después de la comida y entré en unos de los dormitorios justo para ver a mi hija con Mariana, recostadas en la cama. Juana levanto la cabeza cuando entré. Por su casi total desnudez, supe que no estaban charlando exactamente, sino que Juana estaba besando a su tía, y debe haber tenido una de las manos en los pliegues del desabrochado vestido de mi hermana entre sus maravillosas tetas. Mi corazón dejó de latir por unos segundos. Más tarde Juana y Mariana decidieron salir a caminar. Yo las miraba. Mariana tenía un brazo alrededor de los hombros de mi hija. La mano de Juana reposaba sobre la cadera de Mariana. Su cabeza estaba apoyada sobre el hombro de ésta mientras caminaban por el patio, como dos enamoradas. Corrí tras ellas y me apuré a llegar a una ventana rota. Cuando llegué allí, vi que efectivamente, como lo había pensado, estaban en la vieja casita de la servidumbre que todavía conservamos en el jardín, y las dos tenían sus blusas desabrochadas, y estaban paradas y se tomaban por las manos. Mi hija miraba los pechos de Mariana, con esos maravillosos pezones rosados que yo conocía tan bien. Comenzaron a besarse en la boca, y a pesar de la distancia yo podía ver sus lenguas rozarse y enlazarse una y otra vez. De pronto sus bocas se separaron y Juana bajó su cabeza y empezó a tocar con la punta de la lengua los pezones de Mariana. Por un momento me vi yo, hace mucho tiempo atrás, succionado esos pezones de la misma forma y con la misma devoción y calentura con que lo hacía Juana. Entonces escuché a Mariana que decía: Querida no tenemos mucho tiempo, más vale que lleguemos a eso. Entonces Juana dejo de chupar y se recostó sobre un viejo sillón y Mariana le sacó la pollera. Mi hija abrió sus piernas mientras Mariana se inclinaba hasta tener su cabeza entre las piernas de Juana. Yo no alcanzaba a ver lo que estaba ocurriendo pero no hacía falta, sabía que Mariana estaría lamiendo la conchita de mi hija y hasta tal vez la estaría penetrando con los dedos. Pero sí podía ver las facciones de Juana totalmente crispadas de placer y moviendo su cabeza muy despacio de un lado a otro para demostrar el éxtasis que estaba sintiendo. De pronto Mariana se incorporó y fue a sentarse sobre las rodillas de Juana y empezó a cabalgarla pubis contra pubis. Las dos se movían con desesperación, hasta que vi las manos de mi hija crisparse sobre los hombros de su tía y en unos pocos minutos más mi hija llegó al orgasmo y Mariana dijo: Mejor nos vamos.

Era demasiado para soportarlo yo sola. Tenía que irme mientras se vestían. Fue algo fascinante de ver para mí. Ahora sé que puedo hacer el amor con mi hija. Tengo que esperar el momento, el lugar y las circunstancias adecuadas. Mucha gente pensara que mis pensamientos son equivocados, pero a mí me gustan las cosas con amor en la familia, y espero que mi hija crezca de la misma manera: con los mismos sentimientos.

Este relato está tal cual ella me lo iba contando, yo sola escribía lo que ella me iba diciendo, espero que les guste y que lo publiquen. Después les enviare más relatos. Un beso a todos.

Silvana.
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Amores de un soldado

La historia que estoy a punto de contarles es real y excitante, permítanme decirles antes que empiece, recomendarles a las personas que sufren de sobre excitación que lean dos veces este relato ya que es la mejor experiencia que he tenido y ustedes no creo que tengan la misma suerte.

Resulta que gracias al entrenamiento en las fuerzas armadas, tengo un físico excepcional, no es que quiera presumir pero mido 1,87 metros. Tengo un pene que mide 21.3 cm, ojos azules, cabello castaño oscuro y soy teniente del mejor grupo elite de comandos paracaidistas. Mientras estuve como cadete en la escuela superior, tuve muchas amantes gracias a mis atributos físicos como en especial, la esposa de mi coronel Jarrín, y la hija del mismo coronel, pero cuando supe que mientras realizaba mi curso de comando y de selva, el cual duró 12 meses, mi tío Alfonso se había casado con una chica que al decir de mis padres era muy bonita pero poco inteligente, entonces nació en mí mucha nostalgia por mi tío ya que con el pasé gran parte de mi niñez, antes de que él se cambie a vivir a la ciudad de Guayaquil, fue entonces cuando me decidí a visitarlo en el mes de agosto ya que tenía, cinco días de franco como premio por obtener la primera antigüedad en los dos cursos que realicé.
Mi ansiedad por conocer a mi nueva tía era tan grande que la llamé por teléfono, ella tenía una voz muy dulce y tierna y al instante que contestó me impactó, pero astutamente empecé a seducirle sin antes preguntar por mi tío, entonces ella se sobresaltó y me dijo que era la señora de Cruz y que yo debía ser su sobrino, entonces yo pedí disculpas y le dije no se podía saber lo que puede pasar entre un hombre y una bella mujer, entonces colérica ella colgó el teléfono.

Como tenía que presentarme en la II división del ejército, no era problema para mí, pasar tres días en casa de mi tío, así que llegué hasta el terminal terrestre y al bajar del bus, estaba allí mi tío Alfonso con dos mujeres, la primera era su esposa de nombre Anita y la segunda la hermana de ella llamada Carolina, esta última tenía como quince años, pero unas tetitas pequeñas con unos pezones que apuntaban al alto cielo, un culito mediano pero redondo, el short que estaba puesta le dada una forma a la conchita que parecía dos hemisferios dispuestos a ser explorados. Pero mi tía tenía puesto un vestido desde los tobillos hasta el cuello, sin ningún partido y con una mirada de sorpresa al verme, pero lamentablemente el poco ceñido que tenía el vestido, sólo me dejaba ver que ella tenía, unas tetas tan grandes y redondas pero con unos pezones rozados que parecían ser virginales, el culo, para qué hablar del culo, este era hermoso de forma grande pero bien formado, además mi experiencia me decía que aún era virgen por el ano y la misión, era de desvirgar esa obra de arte, por delante del maldito vestido se podía notar una rajita en forma de fruta es decir dispuesta para comer, ya que tan sólo al andar se comía el vestido que estaba puesta, al momento de saludarle disimuladamente le bajé la mano por todo el abdomen hasta llegar casi al trasero y me dijo en el oído que nada se puede saber y me besó en la mejilla.

Poco tiempo después fuimos hasta el departamento en el que vivían, pero para sorpresa tenían tan solo dos dormitorios, un baño, una cocina comedor y una sala, pero como Carolina estaba de visita, Alfonso me pidió que duerma en la sala y después salió para su trabajo, dejándome a solas con esas dos muñecas a las cuales, quería culiarles hasta que no pueda respirar, entonces empecé la operación conquista, primero a Carolina y luego a mí "tía", ya que durante más de seis años no había visto a Alfonso, y gracias a mi trabajo no lo volveré a ver en un buen tiempo no creo que a él, le moleste que le enseña Anita el arte del sexo.

Entonces me saqué la camisa que tenía puesta y fui hacia la cocina en donde estaban las dos conversando, antes de abrir la puerta, pedí prestada la ducha y cuando me vieron semidesnudo, las dos como en coro respondieron es toda tuya, cuando entré al baño me llamó la atención el tipo de puerta, ya que estaba dividida en dos partes, la primera inferior era de madera y la segunda era de vidrio que tenía unas figuras que no permitían ver a través, pero sí dejaban ver una silueta, al empezar a desnudarme noté que alguien estaba tras la puerta del baño, entonces le puse al maso a mil por hora y empecé a pajearme muy lento, cuando de repente escuché unos gemidos que llegaban a ser como gritos entonces de puro maldito entré a la ducha.

Luego de ducharme me cubrí sólo con una toalla y salí a la sala, estaba sólo Anita ya que Carolina había salido a pasear y ella estaba sentada en un sillón y para sorpresa me di cuenta que no podían sacar los ojos del paquete que estaba bajo de mi toalla, entonces pregunté en dónde podía cambiarme y de inmediato contestó que en su dormitorio.
-Y le dije ¿nadie sabe lo que puede pasar?
De puro desgraciado, me quité la toalla y ella empezó a gritar como loca, gracias a la experiencia me acerqué a ella la tomé de la cintura y como no es muy alta la elevé hasta que su conchita quedara ajustada a mí pene, la besarla mientras le acariciaba las tetas y le sacudía para que sienta el gran paquete casi en dentro de su vagina.

Ella me dijo que respetara su calidad de mujer casada, pero poco duró esta oposición porque de repente sentí que ella tenía una mano en mi verga y me estaba masturbando, esta acción fue la gota que derramó el vaso de agua, con furia rompí el maldito vestido largo, hasta que se quedó sólo en bragas y con las tetas al aire, yo de inmediato la apoyé en el filo del sofá y procedí a succionar esa conchita y la masturbarle las tetas, cada metida de lengua decía: -Por qué mi marido no sabe hacer esto, mientras que yo comía de ese sabroso jugo ya que es tan natural y sexual, ese olor tan especial que hace que los verdaderos hombres sientan excitación y deseo de destrozarle las entrañas con la verga que está tan erguida y caliente, una vez que se corrió por primera vez la volví a elevé y con furia la llevé hasta la pared y le penetré con toda la fuerza que tenía, hasta el día de hoy puedo sentir el cálido interior de esa mujer, para serles sincero tenía una vagina estrecha, pero muy lubricada, esto permitió que yo sienta la mejor sensación con el sube y baja de mi glande, dentro de ella, puedo sentir que tenía puesto un diafragma en el cuello de útero porque en cada penetrada podía sentir resistencia a que mi pene entre y además los gritos de placer que ella emitía hacía que mi excitación, retrace el acto de terminarle, dejarle todo mi semen para que viva en su interior por siempre.

¡¡¡Ahhhhhhyyyy, ohh eres el mejor!!! Ahahahahahah, fue lo único que escuché mientras cumplía con el mejor trabajo que sé hacer que es el de satisfacer a una mujer con movimientos lentos y profundos,
Me corro mi amor me corro dentro de ti, a lo que ella contestó que no tema y para ser sincero fue lo mejor, porque toda la libertad que tenía para correrme me hacía sentir en familia, luego ella se corrió por segunda vez, entonces aproveché esa salsa de líquidos para recubrir mi pene de lubricante, este era el mejor momento para culearle por el ano, mi sueño se estaba por hacerse realidad pero claro está, que tenía que trabajarlo porque como dije anteriormente era virgen, primero empecé besando ese tercer ojo que estaba tan cerrado y rígido que sólo hacía que me excite aún más, con todo el coraje del mundo la recosté en el suelo y en una perfecta pose 69 empecé a lubricar ese culito, primero le mandé un dedo. Mete y saca, luego le envié otro dedo, hasta que pude sentir el calor que tenía ese culo, luego con el semen con el cual le manché a Anita le pasé por el contorno del ano.

Y le dije que de aquí en adelante, sólo quería anal, y así fue porque le puse en una pose perrito y empecé a cabalgarle, apenas le puse mi glande en la entrada sentí cómo se estremeció.

Luego de un grito que estaba entre la frontera de el dolor y el placer, le clavé toda la pija hasta que la sentí llorar, era la primera mujer que lloraba del placer, fue el mejor excitante que pude tener ya que con eso mi pene llegó al mayor tamaño y empecé a follarle con bestialidad que no pude sentí que de alguna manera para evitar la penetración anal, ella se sacó mi verga y se la metió toda en la boca, para serles sincero el sexo oral no me gusta mucho pero no podía creer que mi tía, era la mejor mamona que había conocido hasta ese momento al poco rato me corrí por tercera vez y ella fue la encargada de atragantarse y limpiar todo el material que expulsé.

Luego de todo esto los dos quedamos totalmente rendidos, al poco rato nos vestimos y esperamos a que llegue Carolina, claro que el más ansioso era yo, pero aún tenía dos días para follarme a esa jovencita que me tenía soñando.
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